Don Alonso: ¡Y dale con que quieres aprender ciencia! Esos conocimientos no son para las mujeres, su condición no está hecha para ese tipo de estudios hija, además ¿Artes y Oficios femeninos?, esos los puedes aprender de tu madre y tus tías. Sólo quieres traer la deshonra a la casa, eres una joven privilegiada que no valora lo que tiene.
Esas lecturas solo te han hecho inmoral, deberías comprender cuál es tu lugar en el mundo, al lado de un buen hombre como Leopoldo, un hombre honorable, respetuoso, de buena familia que además te quiere, ¿Qué más podría desear una mujer? No muchas tienen la suerte que tú María Amparo.
María Amparo: Pero padre, aunque Leopoldo es un gran hombre no le gusta que yo lea y a mí me agrada saber, leer los periódicos para mantenerme al tanto del progreso del país, y he escuchado por su madre que últimamente ha caído varias veces en cama, ¿Qué pasará si me caso con él y luego el enferma?
Don Alonso: ¿¡Cómo te atreves a decir eso!? Ya te dije que de nada sirve que estudies, por eso Leopoldo se molesta, ¡Sólo lo vas a alejar!
Tu sólo debes aprender a ser una buena esposa para Leopoldo, sé por su padre que sólo padeció un resfrío temporal, además, si fueras una buena mujer te preocuparías por atenderlo, ¿Es que tu madre no te ha enseñado nada?, cada día te vuelves más insolente, ¿Qué será de la familia si sigues estudiando? Sólo serás una mala influencia para tus hermanas menores. ¡Si te atreves a estudiar juro que te corro de la casa y te quedas sin herencia María Amparo! ¡Vas a terminar siendo una mujer de la calle, a la que nadie va a querer desposar por miedo a las habladurías!