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1. Una discusión acalorada

Don Alonso: ¡No, ninguna hija mía va a estudiar para alejarse del hogar!, ¡¿Qué dirán de mí los compañeros y subalternos?! ¿No entiendes que causarías una deshonra familiar al ser yo un Oficial del Ejército que debe ser capaz de mantener a su familia?

 

Hija mía, lo mejor es que aceptes la propuesta de Leopoldo, es un hombre instruido, proviene de una gran familia de hacendados y se encuentra estudiando jurisprudencia, ¿Qué más quieres? Lo que debías estudiar en la escuela ya lo sabes, es mejor que aprendas bien de tu madre cómo llevar bien la casa, eso es esencial para nosotros los hombres. Ustedes, como esposas y madres, son los ángeles del hogar y para ello no requieren conocimientos científicos. La casa es el mejor y más privilegiado lugar que ustedes pueden tener en la sociedad.

 

Además, la familia de Leopoldo tiene una gran fortuna por lo que no estarás desamparada, ¿Qué sentido tiene entonces tu interés en seguir estudiando? Es esa prensa femenina la que está alterando tus ideas ¿Verdad?, bien lo dice el dicho “La mujer que sabe latín no encuentra marido ni tiene buen fin”. Deberías dejar de leer esas cosas y ponerte a cocinar, que ya casi es hora de la comida.

 

No entiendo para qué quiere una mujer estudiar cosas tan innecesarias para su condición, las hará cuestionar a su marido y una esposa así es un calvario para cualquier hombre. Además una mujer se debe a su familia ¿No lo entiendes?, y encima estás considerando asistir a la Escuela Nacional Preparatoria, ¡Es una escuela de hombres, qué escándalo!

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